Sobre el Sueño

El sueño es uno de los grandes misterios de la vida. El ser humano pasa un tercio de la vida durmiendo, sin conciencia del mundo exterior. Parte de este tiempo, durante los sueños, tenemos una actividad cognitiva bizarra y desconectada de la realidad, pautada por estímulos internos (actividad onírica).

 

El sueño ha recibido una gran atención a lo largo de la historia. El hecho de constituir el período de mayor vulnerabilidad del individuo, su relativo parecido con la muerte, y en especial lo mágico, sobrenatural, e inspirador de los sueños, han generado interés no solo en la ciencia, sino también en la religión y en el arte.

 

En los últimos 60 años como resultado de investigaciones básicas ha habido un notable incremento en el conocimiento de la fisiología del sueño. Se conoce en profundidad el cambio de funcionamiento de los diversos sistemas (cardiovascular, respiratorio, etc.) durante el sueño. Especialmente, ha habido numerosos avances acerca de las bases neurobiológicas del sueño que involucra entre otras disciplinas, neuroanatomía, neuroquímica, biología molecular, neuropsicología, etc. Se conoce con relativa precisión cuales son los mecanismos por el cual el sistema nervioso central regula el sueño, por qué se pierde la conciencia por momentos y por qué hay una actividad cognitiva "bizarra" durante los sueños. Parte de éste conocimiento se ha trasladado a la práctica médica.

 

Se han descrito cerca de 100 alteraciones diferentes del sueño, se ha entendido en parte su etio-patogenia y se han instrumentado métodos diagnósticos y tratamientos satisfactorios. A modo de ejemplo, de la narcolepsia, patología relativamente frecuente (1 en 2000 personas) caracterizada por ataques de sueño y cataplejía (perdida del tono muscular desencadenada por una emoción), se ha descubierto que existe una degeneración de neuronas hipotalámicas que utilizan un neurotransmisor específico llamado hipocretina. En base a este reciente descubrimiento se han puesto en marcha estudios diagnósticos y terapéutica adecuadas. Se ha comprendido también la estrecha relación entre el sueño y patologías neurológicas o psiquiátricas como, por ejemplo, la Enfermedad de Parkinson y la Depresión Mayor.

 

En tiempos contemporáneos, la luz eléctrica ha permitido la extensión del día hacia la noche, aumentado marcadamente los períodos de actividad. A su vez, los viajes internacionales a través de husos horarios han generado problemas en la adaptación al ritmo circadiano de luz-oscuridad. Actualmente se enfatiza un mundo atemporal con actividad durante las 24 horas del día y los 7 días de la semana. Efectivamente, más de la mitad de la población mundial ejerce su actividad laboral en turnos, horario nocturno o extendido, lo que ha llevado a una reducción en 25% de las horas totales de sueño en las últimas décadas. Se considera entonces, que muchos de nosotros vivimos con una privación parcial de sueño, lo que probablemente tenga repercusiones médicas a largo plazo. Quedarse dormido o disminuir la vigilancia durante el trabajo nocturno, se ha convertido en una amenaza para la seguridad personal. En el estado de Nueva Jersey, EEUU, existe una legislación especial para individuos que luego de no dormir 24 horas o más, causen accidentes de tráfico. Esta ley se le conoce como "Maggie law", después que Maggie McDonnell falleció por un accidente causado por un conductor que llevaba 30 horas sin dormir.

 

La falta de sueño también es una amenaza a nuestro sistema de vida, ya que se sostiene que la privación de sueño contribuyó en desastres petroleros como el de Exxon Valdez, nucleares como Chernóbil y Three Mile Island y hasta en la explosión del transbordador espacial Challenger. La privación de sueño produce un agotamiento físico y mental, somnolencia diurna, lapsus de atención, ansiedad e irritabilidad generando problemas de relacionamiento social y bajo rendimiento laboral. Lo anterior sumado a alteraciones del aprendizaje y la memoria también pueden producir una falla educativa. La falta de sueño produce alteraciones inmunológicas lo que aumenta el riesgo de infecciones y produce cambios a nivel fisiológico que aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares y metabólicas. Las adicciones (tabaquismo, alcohol, marihuana, anfetaminas, etc.) alteran el sueño y la calidad de este a corto y largo plazo. A modo de ejemplo, se conoce muy bien la interacción entre la falta de sueño y drogas como el alcohol, potenciando la falta de coordinación motora causada por este y por lo tanto el riesgo de accidentes.

 

La ampliación del conocimiento en el campo de la medicina del sueño, se ha reflejado en que el post-grado de Medicina del Sueño, esté firmemente establecido en Universidades de Europa, EEUU y en algunas de Latinoamérica. Bajo este conocimiento se han instrumentado tratamientos a las diversas patologías, como políticas preventivas para evitar un sueño inadecuado. Lamentablemente, en Uruguay, todo lo referente a la medicina del sueño está recién en sus comienzos, y es poco lo que la población general sabe sobre el tema.

 

En el Laboratorio de Neurobiología del Sueño procuramos entender los mecanismos neurales de generación de la vigilia y el sueño, así como mecanismos fisiopatológicos de patologías neurológicas y psiquiátricas con estrecha relación con el sueño tales como la narcolepsia, la depresión y la psicosis. A su vez, estudiamos las bases neurofisiológicas que subyacen a los cambios cognitivos que ocurre durante el sueño. En estas líneas de trabajo utilizamos, en modelos animales, aproximaciones electrofisiológicas, farmacológicas, comportamentales e inmunohistoquímicas.